Inmensa alegría, satisfacción y
orgullo nos produce entregar al servicio de la comunidad esta majestuosa obra,
sueño de los Antioqueños. Viejo sueño nuestro. Por deferencia de un gran amigo,
tuve la oportunidad de conocer una comunicación fechada en noviembre 5 de 1966
( hace 53 años) firmada por el ilustre dirigente nuestro, el Dr. Jacques De
Bedout Villa y dirigida a los concejales de la época, invitándolos a acometer
una conexión vial subterránea y moderna entre los Valles del Aburrá y San
Nicolás, cuya concepción describe allí , en ese documento y con pasmosa
exactitud, la que hoy hemos vuelto por fin una realidad para beneficio de
todos. Ingeniero visionario el Dr. Jacques. Varios intentos posteriores
pretendieron el mismo objetivo sin éxito, por diversas razones que no es
necesario recordar acá, hasta que el día 20 de Diciembre de 1997, (casi 22 años
atrás) por iniciativa de nuestro senador y expresidente de la República Dr,
Alvaro Uribe Vélez, plasmaron sus firmas el Concedente y el Concesionario para obligarse a la realización de éste
magnífico proyecto.
Caben acá entonces algunas
reflexiones:
Las grandes obras de
infraestructura que necesitan nuestro país y sus regiones requieren para su
concepción, planificación y ejecución de forma correcta, tiempos muy superiores
a los de los períodos de gobierno de nuestros dirigentes. Tal vez eso explique
que hayan tenido que transcurrir 12 gobernantes diferentes para llegar hasta
donde estamos hoy, puesto que en muchas ocasiones cada uno de ellos concebía una
obra diferente, o se oponía a ella abiertamente, o no la consideraba
prioritaria. Con paciencia y tenacidad hemos logrado superar todas esas
vicisitudes, al fin con éxito, pero el país no puede seguir dándose el lujo de
cambiar tanto de opinión en proyectos claves para nuestro desarrollo.
Sería injusto no mencionar acá a
tres gobernantes que fueron determinantes para lograr el objetivo que hoy nos
convoca: Ya lo dije anteriormente, pero no me canso de repetirlo:
Fueron determinantes para este
logro:
El Dr. Alvaro Uribe Vélez, quien la concibió y confió a la
ingeniería antioqueña.
El Dr. Luis Alfredo Ramos Botero, quien creyó en ella, giró
los primeros aportes efectivos y dió inicio a las obras,
y el Dr. Luis Pérez Gutiérrez, quien logró la refinanciación
de la obra y le dió el impulso final para convertirlo en una realidad.
Quisiera aplaudirlos.
Otra circunstancia a resaltar es
el hecho de que la obra es 100% ingeniería nacional, y mejor aún, yo diría que
más del 95% enteramente antioqueña. Este logro debe reconfortar y enaltecer en
mucho nuestra imagen ante la opinión pública, últimamente algo lastimada por
infortunados hechos que han acaecido, y por diversas razones que no entro a
analizar. Nuestra ingeniería se reivindica con estos logros, pero pienso que si
algo hay cuestionable en nuestras grandes obras no es propiamente la ingeniería
en sí, sino más bien nuestro sistema de calificación, selección y elección de
las firmas ejecutoras, en todas sus disciplinas. Nuestros viejos, en su
sabiuría, utilizaron siempre un aforismo popular que aún no hemos sabido
asimilar: “Todo lo barato, al final, resulta caro”. El Tùnel de Oriente no fuè
fruto de la despiadada “guerra del centavo” de las licitaciones, sino de un
consenso inteligente y transparente entre entidades pùblicas y privadas. Lo
mejor que puede sucederle a una entidad contratante, o concedente, es que su
contratista obtenga utilidades razonables por su trabajo profesional honesto.
Así se evitan sobrecostos, demoras, problemas de calidad, reclamaciones y
tribunales.
El túnel de Oriente es un
excelente ejemplo de que las “Asociaciones Público-Privadas” funcionan. Y
funcionen excelentemente bien cuando se adoptan esquemas equilibrados y justos
de contratación. En nuestro caso, se pactaron matrices de distribución de
riesgos sin sesgos, asignando las responsabilidades en cabeza de quienes tienen
la habilidad y capacidad de soportarlas, y por lo tanto la relación contractual
fue siempre transparente y fluida. Esa fue la clave del éxito.
También se hace necesaria otra
reflexión que cobra cada vez más importancia en estos tiempos. Me refiero a la necesidad imperiosa de
conciliar, de manera inteligente y eficaz, la protección de nuestros recursos
ambientales con la correcta y oportuna ejecución de nuestras obras. Hemos
demostrado acá, no sin dificultades, que ello es perfectamente posible con
técnicas y prácticas de ingeniería que ya poseemos localmente y demostraron su
efectividad. Me parece imperdonable que por temores infundados y de poco
sustento técnico, la obra haya sido paralizada durante casi tres años por esos
motivos. A la autoridad nacional ambiental la desorientaron los fundamentalistas
ambientales, pero finalmente logramos demostrar que podíamos hacerlo, que las
corporaciones regionales tenían razón con el otorgamiento de las licencias
respectivas, y que no se produjo absolutamente ninguna afectación ambiental
durante su ejecución.
Sólo me falta mencionar, y no por
último deja de ser lo más importante, el gran mérito de todos nuestros
empleados y obreros de todos los órdenes quienes, incesantemente y durante casi
5 años, entregaron con valor y constancia todas sus capacidades al servicio de
esta gran obra. Ellos fueron los verdaderos artífices de esta gran obra. Pido
un sonoro aplauso para ellos.
También quiero agradecer
personalmente a todos nuestros socios de la Concesionaria, a nuestra Junta
Directiva, al Concedente y todos sus funcionarios, nuestros subcontratistas,
diseñadores, interventores, entidades financieras, Corporaciones regionales
autónomas, y proveedores de toda índole. Sin ellos no hubiese sido posible este
gran logro. Una mención especial quiero hacer al Ingeniero José Jairo Correa
Gómez, compañero de luchas desde que se gestó el contrato, Y a los Ingenieros
Juan Clímaco Sánchez Arango, Jaime Ramírez Ossa y Germán Rueda Mejía quienes
gerenciaron lujosamente la Concesionaria en sus diferentes épocas.
Muchas gracias a todos.
Gonzalo Echeverri Correa
Presidente
Junta Directiva
Concesión Túnel Aburrá Oriente S.A.
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