Las actuaciones de
las autoridades ambientales y el libro “LEYES DEL MIEDO. MAS ALLA DEL PRINCIPIO
DE PRECAUCION”
La intervención que el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y la
Autoridad Nacional de Licencias Ambientales ha venido realizando sobre el
proyecto del Túnel de Oriente y sobre otros proyectos de
infraestructura en el país se ha sustentado en la aplicación del “principio de
precaución”.
Consultando
literatura especializada sobre este tema, me encontré con una obra cuyo título
resulta atractivo: LEYES DE MIEDO. MAS ALLÁ DEL PRINCIPIO DE PRECUACIÓN del
autor Cass R. Sunstein (editorial Katz, Buenos Aires, 2009). El autor explica
que en múltiples ocasiones las autoridades públicas actúan de manera irracional
dejándose llevar por el miedo y por presiones públicas, y terminan adoptando
medidas que son incoherentes pues “existen riesgos en todos los aspectos de las
situaciones sociales. Por tanto es paralizante, prohíbe las mismas medidas que
requiere. Debido a que los riesgos están en todas partes, el principio de
precaución prohíbe la acción, la inacción y todos los estadios intermedios”.
Para
entender la realidad de esta afirmación, basta mencionar como ejemplo que la
ANLA al suspender todas las actividades y obras relacionadas con el proyecto
“Túnel de Oriente”, impidió que se continuaran haciendo la totalidad de las
actividades de medición del estado de los recursos naturales, como lo son las
fuentes de agua existentes (lo que se conoce como la “línea base ambiental”), y
a pesar de que se le solicitó expresamente que permitieran continuar realizando
estas actividades que eran indispensables para la evaluación posterior de las
reales consecuencias de la construcción del túnel se abstuvieron de
autorizarlas; así pues, acuden al principio de precaución por no tener certeza
sobre los reales efectos del túnel, pero prohíben las actividades de monitoreo
que posteriormente permitirán establecer cuales son sus reales efectos. Tal
como lo dice al autor citado, este principio es “paralizante, prohíbe las
mismas medidas que requiere”
Este
libro analiza otros tópicos que vale la pena destacar: por ejemplo analiza como
las autoridades se dejan influenciar por el miedo de la comunidad que muchas
veces es promovido por “grupos de interés” y que luego crece como “un reguero
de pólvora”, lo que en este caso se evidenció en que los temores de algunos
pobladores del sector de Santa Elena fueron adoptados por grupos ambientalistas
que logran ser replicados por unos funcionarios del Municipio de Medellín y elevan
sus temores ante el Ministerio de Ambiente, llegándose al paroxismo de que el
propio Ministro de Ambiente declarara que con la construcción del Túnel se
ponía en riesgo el suministro de agua de Medellín, Envigado, Rionegro y Guarne,
desconociendo que sólo unos pocos pobladores de las zonas rurales de estos
municipios se surten de fuentes provenientes de la cuenca que será atravesada
por el futuro túnel.
Resalta
también las consecuencias negativas de aplicar el principio de precaución
tomando como base “los peores escenarios” y no basándose en los escenarios probables
y racionales, lo que en el caso del Túnel de Oriente se ha evidenciado en la
tendencia a incrementar las exigencias ambientales para evitar que se repita la
experiencia negativa ocurrida en la Central de La Miel de ISAGEN, en donde se
presentaron mayores niveles de infiltración de los previstos durante la
construcción del túnel para el trasvase del Río Manso, sin tener en cuenta que
este fue un caso excepcional frente a las experiencias normales en este tipo de
proyectos.
Concluye
este autor que “por estas razones, he criticado el principio de precaución, al
menos si esta idea se toma como una súplica para que se implemente una
regulación enérgica de aquellos riesgos que es improbable que se concreten…
Cuando, por ejemplo, un incidente en particular está “disponible”, en el
sentido de que se recuerda con facilidad (v.gr. el Rio Manso), las personas
tienden a preocuparse mucho más de lo necesario… La selectividad del peligro se
ve agravada por el descuido de la probabilidad, a través de las cuales las
emociones intensas llevan a las personas a concentrarse en los peores
escenarios sin tomar en cuenta la probabilidad de que ocurran… ¿Qué puede
hacerse como respuesta? Las autoridades reguladoras sensatas manejan el miedo
por medio de la educación y la información. El análisis del costo beneficio es
una herramienta en extremo útil, simplemente porque brinda una comprensión de
lo que está en juego, de lo que ha de ganarse y lo que ha de perderse con las
intervenciones regulatorias. Si una regulación ambiental costara mucho e
hiciera poco para mejorar la salud pública o el medioambiente, no hay razón
para adoptarla…”
Lo
que hemos visto en la práctica es que en función del principio de precaución, proyectos
como el Túnel de Oriente han sido suspendidos en espera de que la autoridad
ambiental defina qué estudios adicionales a los que fueron elaborados al
momento de otorgarse la licencia ambiental, deban solicitarse de manera
adicional a los existentes para lograr una plena certeza de que la construcción
del túnel no generará daños ambientales, certeza que va en contravía con la razón
de ser de las licencias ambientales como lo analizaremos a continuación.
(Ver la segunda parte en el vínculo http://contratacionestatal.blogspot.com/2012/06/las-actuaciones-de-las-autoridades_17.html)
(Ver la segunda parte en el vínculo http://contratacionestatal.blogspot.com/2012/06/las-actuaciones-de-las-autoridades_17.html)